jueves, 16 de junio de 2011

A usted mi señoría, policía de esta mi comunidad, yo le comento, que no será posible que usted me arreste, pues ahora vivo como una alhaja y o lo puedo permitir. Nunca hubiera pensado que mi vida llegaría a tener tanto valor y ser tan feliz. Pero eso sí, mi esfuerzo me ha costado pues soy de familia pobre y humilde, de los que sudan para sobrevivir, sí. Me contrató un hombre, muy generoso él al acogerme. Sí, el que me denuncia por robo y le digo yo a usted que cómo lo demuestra si no hay pruebas. Pues mire le cuento todo, le indemnizo con una buena cantidad y hace la vista gorda, dice que no hay pruebas y cada uno por su cuenta.
Mire, llegué yo de mi pueblo hace poco sin trabajo y poco conocimiento sobre nada y él me dijo que me daba casa y comida si trabajaba para él en su super a cambio.
Trabajé durante bastante tiempo con él hasta ganarme su confianza y que me diera la llave del sitio y poder tener control sobre todo lo que hubiese. Pasó un mes de eso cuando se me ocurrió mi brillante plan. Todas las noches de domingo, que no abre el centro, entraría y cogería todo lo que fuera de mi gusto para venderlo más barato después en otro mercado y no obtener nada más que beneficios.
Hablé con él después de que pasara varias veces lo mismo y faltara cada vez más comida. Él, preocupado, dio la alerta y se rumoreaba que había ladrones de mercado por el barrio. Él no sospechaba hasta que todo respecto a mí, empezó a cambiar cuando ya no llevaba apaños, ni ropa prestada, llevaba ropa de marca, cada vez, me podía permitir más lujos; que si coche nuevo, una casa pagada.
Él empezó a hacer preguntas y no se fiaba de mí, y me despidió, me dijo que me fuera a otro sitio que se creyeran mis mentiras, que él ya no me quería como trabajadora allí. Puso cámaras y todo tipo de artilugios de seguridad. Y yo con chalet y un futuro próspero, pues ahora me veo contándoselo y no me veo llevando esto a juicio, piénselo, ambos saldríamos ganando: yo me voy de aquí, vuelvo a reiniciar mi hazaña y ambos vivimos bien como si no hubiera pasado nada.
Pues no pretenderá que mi vida se vuelva a cruzar con dicho personaje como era mi jefe, ¿no? Pues tranquilo, aun así y después de todo, yo seré feliz. 
Iba yo por la calle y me encontré a mi amigo entristecido, pues yo le pregunté qué le pasaba para intentar ayudarle. Él me contó la historia. Ésta decía: la profesora nos mandó un trabajo hacía tiempo. Era algo largo. Teníamos que argumentar todo lo que pusiéramos. Trataba sobre los animales y el medio ambiente en el que viven. Teníamos dos semanas de plazo para la entrega. Yo, sabiendo que el trabajo era sobre uno de los temas del libro, pensé que me daría tiempo copiándolo el último día y dejándolo para la víspera. Faltaba un día para la entrega y lo hice, la profesora no dio detalle de cómo le gustaría más, ni de cómo para ella estaría mejor, asique, debido a mi vagancia me dispuse a hacerlo por ordenador e imprimir sin más, poniendo lo mismo que el libro.
Llegó la hora de la entrega del trabajo, yo, orgulloso de tenerlo, lo entregué, pero me fue imposible no fijarme en mi compañero de al lado. Él detalladamente lo hizo a mano, hizo dibujos con color, buscó información en otros medios y sus textos eran más amplios que los míos. Pero, bueno, ambos lo teníamos hecho y como la profesora no especificó, pensé que tendríamos notas muy similares, pues era justo.
Pero me equivoqué, y caí abatido, el día que ella nos los dio corregidos. Vi cómo mi compañero recibía una matrícula de honor y una de las estrellas positivas que pone ella para corroborar que le gustaba mucho, yo una simple nota sin más, un ocho en un redondelito rojo y punto. No pude evitarlo y le pregunté por qué. ¿Por qué él tenía eso, y yo esto?
Me respondió que era evidente, él ha perdido más tiempo que tú se ha informado, lo ha hecho a mano y se ha preocupado en poner dibujos especificándolo todo, mientras tú te has limitado a copiar, lo hiciste con el ordenador y diste a un botón: imprimir y me lo entregaste sin más. Ella me dijo, finalizando, espero que hayas aprendido la lección y que saques tu moraleja de esto y para la próxima te sierva para hacer las cosas.
Yo le dije entonces, ¿ya sabrás cuál es no? El me contestó que no se puede pedir mucho reconocimiento a lo que no se ha trabajado, y si quiero una buena calificación o admiración me debo currar todo, pero absolutamente todo lo que haga hasta el más mínimo detalle, así obtendré lo que quiero. Aprendió la lección mi amigo y para animarle le invité a unos refrescos. 
En un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme, vivía un gran hombre del cual su nombre, que sí recordaba, era Polino. Vivía en una gran hacienda con su cultivo y su granja. Este hombre era feliz con su esposa, pero desde hacía un tiempo la apartó un poco de su vida, debido a una cierta obsesión con un grupo en concreto de animales, los cerdos.
Desde hacía un tiempo le llamaban más la atención que nunca y acabó obsesionándose con ellos. Cayó en la locura, todo le recordaba a ellos; algo enroscado, a su rosado rabito; algo blandito, a su grasa; todos los colores para él eran rosas o marrones, como el cerdo de pata negra.
Su mujer le pedía que fuese como antes que echaba de menos a su antiguo esposo, que había cambiado. Él no le hizo caso, y seguía con su obsesión.
Por esa época se creó una mejora de la cerveza llamada MICHA la cual iban por las aldeas anunciándola con anuncios absurdos y le llamó la atención porque los hacían con animales. Vio un pato, un delfín, gatos, pero él se esperaba que saliera el cerdo. Tenía la esperanza de que saliera, se lo había puesto como una meta. Debido a que no salía, lo creo él, al principio sólo montó un cerdito de madera  e intentó vender su propia cerveza, pero no tuvo éxito.
Pasó un largo tiempo inventando cosas sobre cerdos; narices para ponérselas, rabitos, cuerpos con telas. Hasta que un día una de sus representaciones en pequeñito de un cerdo, se quedó enganchado a un hilo, y quedó colgando y vio, y observó cómo el cerdo giraba sólo, llegando a dejar atontado a quien lo viese. Lo vio claro, él lo que estaba viendo ¡es un cerdo volando!¡El cerdo volador! Vio su gran obra y creo bastantes, pero vio que tan pequeños no era suficiente. A él le faltaba algo más, el puntazo que lo haría increíble. Tuvo la gran idea: él sería el cerdo, él sería quién, disfrazado, se colgaría y promocionaría la cerveza.
Creó su disfraz e intentó coger su mejor cuerda, fue a la plaza a la inauguración para enseñar su obra. Se preparó como dios manda, realmente parecía un cerdo de verdad. Todo el mundo le prestaba atención, él era el centro de todo. Se preparó, en una mano la cerveza, se colgó a la viga y le pidió a un amigo que le diera impulso mientras que él, quedaba suspendido.
Con la cerveza en mano, él giraba mientras anunciaba su producto. Se sentía Dios. Pero…en pocos instantes cogió tal velocidad que fue incontrolable. No se le podía parar. La cuerda por desgracia se rompió. Su trayectoria fue a caer en picado justo donde estaba su preciada piara de cerdos. Se chocó con la valla de la verja y se mató en el acto. Su locura y los cerdos y el éxito acabaron con él, tanta obsesión no podía ser buena.
En el funeral todos le recordaron como el cerdo volador y decía que ellos lo que estaban viendo es un cerdo volador, pero que voló tan alto, que se fue al cielo. Finalmente MICHA patrocinó su anuncio y su mujer ganó mucho dinero.

Argumentación sobre el escudero.

En el tercer tratado, el personaje que aparece junto a Lázaro en la historia de su vida es el Escudero. Este hombre fue su tercer amo y este le acoge cuando le ve en la calle. El escudero vivía en una casa y el más lujoso objeto que tenía en la casa era como mucho, lo que llamaban cama. Él era, como el resto, pobre y por esto Lázaro pasa mucha hambre con él. Pero fuera el escudero hacía por parecer rico, adinerado, iba con su ropa, se peinaba,  pero todo era una verdadera farsa.
En mi opinión, este hombre no es bueno, es un mentiroso ya que engaña a la gente con lo que realmente es.
No me parece bien que engañe a la gente con su parecer, es decir, que vaya de lo que no es; si nose tiene dinero y las condiciones son pésimas , que no hagas que parezca que tiene, si no es así.
Al final del tratado, lo que termina por definir como mala persona al escudero es que deje tirado al pobre Lázaro, y se vaya sin más cuando él le ha servido sin queja alguna.
Finalmente mi conclusión es esa; el escudero no le ha aportado nada bueno a Lázaro y no le ha hecho ningún bien, por eso le tomo como mala persona. Pienso que no debería haber sido así por eso puede ser un personaje discutido y aún así sigue habiendo gente como él.

Vidriera

Es una vidriera de madera, esta figura ha sido venerada y alabada durante muchas décadas de historia desde que se descubrió.
Cuenta la leyenda de los aldeanos que lo vieron que apareció por un milagro, un hecho divino y único. Se dice, según se sabe, que el hombre que lo encontró era un elegido. Era un pastor que trabajaba muy duro. Era demasiado conocido para en lo que aquella época, un agricultor de dicho nivel, lo podía ser.
Un buen día, casi al despuntar los primeros rayos del sol sobre aquellos montes, se encontró con un hombre algo desubicado, un hombre de las calles y este le dijo que sería su último día de vida, pero el primero de muchísimos en los que su figura se recordase. El hombre intentó atender a lo que le contaba, pero llegó a pensar que deliraba. Al amanecer parecía que el día iba a ser un día auténtico de primavera, pero hacía el medio día, el día ennegreció, se volvió oscuro y empezó la mayor tormenta vista. El pánico ya había cundido. Todo se llenó de agua, ya no había poblado; ya no quedaba nada.
El, el único afortunado, le pilló en medio del campo y pudo observar que todos los habitantes se habían salvado y habían logrado salir. Al momento de relajarse se acordó de que un  grupo de curaba iban camino al poblado y que así, a ojo, irían por el valle, uno de los más grandes. El estaba cerca. Pensó la mayor locura; agarrar uno de sus bueyes e ir hacía allí, cuando de pronto el buey se acercó a él y poniendo a ras del suelo el pecho se agachó de forma que se  pudo subir al lomo.
En el menor tiempo que pudieron ya habían llegado, vio a los mayores y supo que para salarlos tenía que dar por ello su vida.